Better Man, una monada de musical

La esperada biografía musical de Robbie Williams, “Better Man”, ha pasado fugazmente por la gran pantalla bajo la dirección de Michael Gracey, responsable de la exitosa “El gran showman”. Con un presupuesto estimado de 110 millones de dólares, esta producción es una visión fresca y arriesgada de la vida de uno de los cantautores británicos más icónicos de las últimas décadas.
Desde sus inicios, la cinta llamó la atención por su enfoque vanguardista. La curiosa decisión de representar a Robbie Williams como un chimpancé creado mediante CGI no solo supone un despliegue técnico de primer nivel, sino que añade una capa simbólica sobre la identidad y la fama. De acuerdo con declaraciones de los responsables de la película, esta elección artística nace de la propia percepción de Williams acerca de sí mismo como una versión “involucionada” de la humanidad, aportando un matiz inesperado y profundo al viaje del protagonista.

Uno de los grandes aciertos de la cinta es la reinterpretación de los temas de Robbie Williams, cuidadosamente adaptados a los momentos más trascendentes de su vida. Estas versiones —algunas con arreglos modernos y otras con toques más nostálgicos— se entrelazan con la narrativa para subrayar las emociones de cada escena y aportar consistencia a la evolución de su personaje.

La película ofrece escenas espectaculares que exhiben el enorme talento de Gracey para fusionar la música con la acción y la narrativa cinematográfica:

- El abandono de su padre se retrata con una crudeza emocional que sumerge al espectador en el origen de las inseguridades de un Williams infante.

- El triunfo de Robbie se plasma en un impresionante plano secuencia al ritmo de “Rock DJ”, digno de un gran videoclip, y que deja huella en el panorama de los musicales por su energía y osadía visual.

- La huida en coche tras dejar Take That muestra la tensión y la liberación que sintió el artista al emprender su carrera en solitario, combinando montaje dinámico y una banda sonora que refuerza la euforia del momento.

- Los momentos psicotrópicos generados por un descomunal consumo de estupefacientes están cargados de imágenes surrealistas y por transiciones impactantes, que reflejan el caos y la vulnerabilidad de Williams en la cima de la fama.

- Temazo de amor también hay, que no falte. Mucho mucho baile.

La película culmina con una batalla encarnizada de Robbie contra sí mismo y sus alter ego, una épica confrontación que recuerda a las colosales luchas de “El Señor de los Anillos” (LOTR). En este clímax, el protagonista se enfrenta a sus propios demonios en un combate tan físico como emocional, enriquecido por efectos especiales de última generación.

Eso sí, como poquitos habéis ido a verla a salas, pese a las expectativas generadas, la recaudación no ha cumplido con las previsiones iniciales, alcanzando únicamente 19 millones de dólares en la taquilla mundial. Gran parte de este resultado se puede atribuir a la escasa proyección de Robbie Williams en mercados como el estadounidense, donde el artista no cuenta con el mismo reconocimiento que en Europa.

Aun así, “Better Man” ha sido celebrada por la crítica especializada en aspectos técnicos, logrando incluso una nominación al Oscar por Mejores Efectos Visuales. El realismo y la expresividad del chimpancé —reflejo de la psique de Williams— se destacan como uno de los puntos más audaces de la película, confirmando el talento y la ambición del equipo creativo.

En el panorama actual de los musicales, “Better Man” ofrece una propuesta diferente, atrevida y transgresora. Frente a la grandilocuencia familiar de la reciente “Wicked” o el tributo al musical clásico que representa “La La Land”, la cinta de Gracey opta por romper moldes. Combina elementos de realismo mágico con una introspección psicológica que se aleja de las fórmulas más convencionales del género, consiguiendo un equilibrio sorprendente entre espectáculo y reflexión sobre la identidad y la fama.

El resultado es un espectáculo cinematográfico valiente, que arriesga tanto en forma como en contenido, y que logra —pese a la tibia acogida en taquilla— consolidarse como una obra innovadora dentro del género de los biopics musicales. “Better Man” no solo nos recuerda la versatilidad de Michael Gracey como director, sino que confirma la capacidad del séptimo arte para ofrecernos narrativas sorprendentes, capaces de dejar huella tanto en lo visual como en lo emocional. Ojalá y Joker 2 hubiese sido una décima parte de lo buena que es Better Man. 
 

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